Kart Jaspers (1913), en el capítulo llamado “El Alma Moral de la Sociedad”, alude a épocas anteriores cuando la vida de las sociedades era tan incierta, peligrosa, con destinos invasivos, donde los individuo estaban a merced de sí mismos; y que por comparación el año 1914 lo describe como un período de mayor seguridad, afán angustioso de seguridad y éxito económico, confianza en la protección de instituciones públicas, terrible presión ante trabajos corporales embotadores y al mismo tiempo, hombres cómodos, desocupados, sin tareas ni objetivos, insatisfechos con la vida, vidas vacías. Más adelante, observa en 1918 “…profundas conmociones del ánimo que afectan a la generalidad (…). Se dio en amplios círculos una gran indiferencia ante la vida (aumento del duelo, despreocupación por las situaciones peligrosas, abandono de la vida también sin tareas ideales), una enorme manía de disfrutes y una desenfrenada pasión por vivir la vida al instante.”
Esta descripción nos permite comprender el contexto socio-cultural-psico-espiritual que había en ese período de entre guerras, para poder entender cómo surgen pensadores que se cuestionarán a sí mismos y al ser humano, en un destino hasta ahora predeterminado, ya sea por su historia, su condición de herencia genética, religiosa, etc.
Quitmann (1985) en su libro Psicología Humanística menciona cómo durante la primera mitad del siglo 19 se desarrolla la filosofía existencial que emerge como ruptura a lo desarrollado desde Platón y Aristóteles hasta Hegel. Plantea que se trata de borrar, derribar lo desarrollado por esos filósofos y recomenzar completamente desde el principio, aceptando tanto desde la metodología como la sistemática, unas formas de contemplación racional, donde se excluye el conocimiento racional.
Y una pregunta que surge, básica para este cuestionamiento es: ¿hay una esencia dada en el ser humano, que precede a su existir, o por el contrario, a medida que existe el ser humano se va construyendo su esencia? Y si bien, este tema lo desarrolla J.P. Sartre a finales de la II Guerra Mundial (1946), resulta interesante comenzar por ella pues en los conceptos (libertad, decisión y elección, etc.) desarrollados por los filósofos así llamados existenciales, cada uno irá desarrollando y respondiendo esta pregunta.
¿Qué significa aquí que la existencia precede a la esencia? Significa que el hombre empieza por existir, se encuentra, surge en el mundo, y que después se define. El hombre, tal como lo concibe el existencialista, si no es definible, es porque empieza por no ser nada. Sólo será después, y será tal como se haya hecho. Lo central de esta nueva filosofía es la contemplación y exploración del ser humano, a su existencia. Y aquí cabe una diferenciación entre los conceptos de Ser y Existir: Todo lo que es Es, pero no todo lo que es Existe. Se reservará el concepto de existencia a los seres humanos, por tener éstos “conciencia de sí”, capacidad de pensarse (por ej. una mesa es, un perro es, pero ellos no existen). En palabras de Max Scheler (1938) ―El hombre —en cuanto persona— es el único que puede elevarse por encima de sí mismo —como ser vivo— y partiendo de un centro situado, por decirlo así, allende el mundo tempo-espacial, convertir todas las cosas, y entre ellas también a sí mismo, en objeto de su conocimiento.
Soeren Kierkegaard (1813-1855) fue el primero en llevar a cabo esta ruptura radical con la filosofía tradicional. Siendo coetáneo de Karl Marx, si bien ambos postulan a un cambio en las
estructuras sociales, en Kierkegaard el énfasis será hacia lo individual, hacia la relación con uno mismo. Este filósofo iguala la subjetividad, ligada al proceso, con la verdad. Para él, ésta no es objetiva sino que depende de si aquel que busca está afectado por ella. Para Kierkegaard por lo tanto, el concepto del hombre se desprenderá a partir de una especie de “experiencia personal”, la que esencialmente descubre la existencia como caracterizada por el miedo, el abismo, la muerte. Esta terrible tragedia, confronta al ser humano con su libertad posibilitadora de elegir acciones, para una decisión ineludible. “Lo tremendo que se ha otorgado al hombre es la elección, la libertad”.
Martin Buber (1878-1965), ofrece la mirada dialógica de la existencia, donde en la vida de todo ser humano se hará presente desde dos dimensiones del yo: desde una relación Yo-Tú y Yo-Ello. Él plantea que el Tú está antes del Yo, o en otras palabras sin el Tú el Yo no existe. Aquí lo central será la relación, el vínculo. En la relación yo-tú hay encuentro, atrevimiento, inseguridad, riesgo, traspasa fronteras, todo lo cual se desprende de una actitud Realizadora, que se expresa en el ser Persona: Yo soy. Pero Buber nos señala otro tipo de actitud: Orientadora, la cual encamina los pasos hacia la seguridad, la estabilidad; y nos es posible cuando entablamos relaciones yo-ello. Aquí el Yo se puede definir desde el yo soy así. Las relación yo-ello es objetivadora de aquello que lo rodea, pues de esa forma puede proveerse de lo necesario para la vida. Aquí el centro es el yo con sus necesidades y percepciones. En el yo del yo-tú, el yo se pierde a sí en el encuentro.
Buber señala que ambas polaridades (yo-tú/yo-ello y la actitud realizadora/orientadora) son necesarias para la vida, y esa tensión resultante hay que confrontarla. En el capítulo sobre fenomenología se podrá observar cómo la relación yo-tú es equivalente a la percepción “profunda” (que me da acceso al ser - esencia) y la relación yo-ello a la percepción “cotidiana” (que me da acceso a la apariencia - fenómeno).
Karl Jaspers (1883-1969) desde la medicina quiere comprender al ser humano como un todo. Él sugiere que el hombre en la búsqueda de sí mismo y confrontado a la enfermedad, la muerte y el miedo, desaparece la base que lo sostiene y se ve enfrentado al vacío de no ser. Desde ahí aprende a conocer sus límites, pues comprende que la muerte, el sufrimiento, la lucha la desesperación y el fracaso son parte indisolubles de la vida. Y aquí nuevamente aparece la Decisión, la Libertad, de decir sí o no. Y su decisión lo llevará a ganarse o perderse. Elección Existencial. Elección de sí mismo.
Martin Heidegger (1889-1976) ampliamente conocido por su obra Ser y Tiempo, en la que el Tiempo, la temporalidad será un concepto también de espacialidad, de un contexto. Todo lo que “es” ocurre “siendo”, y ello no escapa a un lugar y un tiempo, es decir a un contexto. El concepto de Ser-en-el-mundo, (sí, así con guiones) donde son justamente los guiones los que resumen la indisolubilidad del ser humano y el mundo, es decir, ser y mundo son, en la medida de su encuentro. Por lo anterior, se puede decir que ese encuentro se dará obviamente en un lugar: “ahí”. Dasein (ser ahí), para este filósofo “se refiere a la persona en sus relaciones con el mundo. Me puedo entender como persona mediante el arco hacia el mundo. Nunca sé quien soy ya que siempre estoy en el devenir, siempre estoy en el aprehenderme” (234). Ese “arco hacia el mundo”, alude a la apertura, lo indeterminado, lo inconcluso e incompleto, también mencionado por Jaspers y otros existenciales.
Max Scheler (1874-1928) introduce la ética de los valores, planteando que ser humano se relaciona con su mundo desde los contenidos axiológicos: “Actos y vivencias que son fundamentalmente: el contacto perceptivo con los valores, el estado sentimental provocado por ellos y la tendencia dirigida a los mismos‖ (Sergio Sánchez-Migallón, 2007). Él diferencia Estados Sentimentales de Sentimientos Intencionales. En los primeros somos receptivos a valores que nos afectan, en los segundos somos activos dirigiéndonos hacia una preferencia en una jerarquía de valores que hay por delante. Por lo mismo remiten a la Trascendencia.
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